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7 de Agosto de 2011

La cultura la pagamos todos y después la reciben unos pocos

El pianista ofreció un concierto a beneficio del siniestrado Instituto Municipal de Artes
Manuel Obregón, músico y ministro de Cultura de Costa Rica

“Debemos cuidar a las personas, no cuidar el modelo económico, no cuidar los bienes materiales; las personas están por encima de los bienes materiales.”

Por Jimmi Peralta
jimmielestudio@gmail.com

En la sociedad actual, donde el discurso o el silencio de un artista son parte de su perfil como producto, es común encontrar en las palabras de estos términos universales que detrás de un diáfano maquillaje democrático, solo presentan carencia de pensamiento. Sin embargo, lo que sobresale ante los ojos es ese relieve que da excepción. El pianista Manuel Obregón, actual ministro de Cultura de Costa Rica, habló con La Nación sobre la condición de la actual cultura en Latinoamérica.

Obregón, quien el lunes pasado ofreció un recital a beneficio del siniestrado IMA en Asunción y luego tomó parte durante la semana del III Foro Internacional del Bicentenario, compone el gabinete de la presidenta Laura Chinchilla.

– Desde el punto de vista económico y político ¿Qué prioridad tiene la cultura para el gobierno de Costa Rica?
– La presidenta convocó a varios artistas para que trabajen en el campo de la cultura, eso creo yo es una señal política interesante que muestra su prioridad en la agenda de gobierno. Históricamente, sin embargo, el presupuesto nacional para cultura es de 0,5 %, es muy bajo, y estamos en aumentarlo a 1%, y conseguir el resto a través de incentivo fiscales. Debería de ser de 4% por lo menos, pero creemos que la cultura le genera más de ese 4% de ingresos al estado.

– ¿Qué cambios conlleva dejar de ser un artista de tiempo completo, para pasar a formar parte de la burocracia?
– Es un cambio radical. Uno pasa de ser una persona cuestionadora y se vuelve el objeto de esos cuestionamientos. En un cambio radical, los que eran amigos hoy ya no lo son como lo eran. Es importante que los artistas pasen de hacer protestas, a hacer propuestas.
– Muchas veces se busca justificar la inversión en la cultura con una probable rentabilidad¿Qué peligros acarrea eso que en algunos casos convierte a las comunidades indígenas en productos turísticos, en espacios donde entra el visitante y los nativos dicen “acción”, y empiezan a actuar para ellos?
– El peligro es total, creo que eso no le conviene a nadie. Ni a las mismas culturas auténticas, ni tampoco es lo que anda buscando el turista. Lo que anda buscando la gente es la dialidad de los países; cuando una situación no es real no se sostiene por mucho tiempo. Lo que habría que buscar es un diálogo, que haya un intercambio cultural, tanto del visitante como de su comunidad nativa, pero sin perder el respeto y la dignidad.

– ¿En qué sentido se puede afirmar que existe una igualdad entre esta tardía urbanización contemporánea en Latinoamérica, y la pérdida de la cultura autóctona, que esta más presente en el ambiente rural?
– Hay dos cosas que hay que tener en cuenta, la primera es que existe una cultura urbana, una forma de vida que tiene lugar en grandes conglomerados habitacionales. Pero lo que sí es cierto, es que la destrucción del medio ambiente lleva a la desaparición o la destrucción de una cultura, eso lo hemos visto a lo largo de toda la historia. La cultura maya desaparece al desaparecer los bosques y el agua; allí vemos cómo la transformación de la naturaleza acaba con la cultura. Vivimos también un tiempo de muchísimas migraciones, lo que también viene a enriquecer la cultura.

– ¿En qué sentido culturizar sigue siendo europeizar? ¿En que sentido enseñar artes europeos en Latinoamérica sigue siendo colonización?
– En todos los sentidos. Lo que pasa es que los ejes de poder están cambiando mucho, antes era Europa, o lo que pudo ser Estados Unidos, o lo que es actualmente China y el cono asiático. Por supuesto hay una supremacía económica y hay una injerencia fuerte de la cultura, lo vemos ahora que casi todo lo que vestimos está hecho en China. Pero aquí lo importante es que América Latina está en un proceso mucho más maduro, con un conocimiento de lo propio, ahí el diálogo y el intercambio varían, no como antes.
– La creación de determinadas instituciones estatales de cultura se da en tanto que la cultura no puede estar sola, liberada al ritmo del mercado ¿En ese sentido, estas instituciones siguen “jugando de chico” ante lo que el mercado determina?
– La batalla se tiene que dar desde la cultura. Hablaba en la ponencia de movimiento que resulta más notorio, o al menos el que estamos siguiendo desde Costa Rica, es el de los Indignados en España. ¿Qué es lo que corresponden a nuestros ministerios y secretarías? No es crear la cultura, ni siquiera a veces administrarla, sino facilitarla. Yo pienso que un ministerio de cultura puede ser exitoso en cuanto acompaña y sepa leer los argumentos que están viniendo desde la sociedad civil. No se trata de tener más pretensiones de las reales, un ministerio de cultura en ninguno de nuestros países y con los recursos que tiene, puede tener incidencia por sí solo.

– Independientemente a las alianzas que una secretaría de cultura pueda hacer con otras instituciones del estado para llevar a la práctica una política respecto a la transversalidad de la cultura ¿qué otras acciones concretas se pueden tomar respecto a ese tema?
– Esa es una parte. Hay cosas como en salud, la prevención de enfermedades, eso es un tema cultural, tema que está ahí y a veces no lo podemos identificar. A mi criterio, cuando hablamos de una cultura transversal, es cuando esta llega a todos y a cada uno de los habitantes de un país, de una manera justa. ¿Qué ha pasado? La cultura la pagamos todos y después la reciben unos pocos.

Tomado de http://www.lanacion.com.py/articulo.php?art=33624