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17 de Noviembre de 2011

Malpais nos deja un mejor país

Por Alberto Zúñiga

Forzados a desaparecer por la fatalidad el grupo Malpais lo hace casi de manera apoteósica. El nuevo y majestuoso Estadio Nacional como escenario, una Orquesta Filarmónica, más de doce artistas nacionales de reconocida trayectoria, hasta una cimarrona y, como si no fuera suficiente, un nuevo disco, el último disco.

Malpais nos acostumbró a eso. A las cosas en grande. Nada de medias tintas. También era el estilo de Fidel Gamboa, el anti líder. Hacer música en grande, con ganas y sin miedo. Así, como el anti héroe de la novela negra que no se resigna a aceptarse en su rol egemónico durante la trama, Fidel siempre renegó del tal liderazgo. Por dicha, lo pienso, pues que habría sucedido, entonces, caso contrario.

Pienso en Fidel con su latente timidez mas bien abstracción del genio creador y, como quien no quiere la cosa, alterando para siempre las partituras de nuestra vida musical. En la cabeza y el corazón de este ex Castellista la música parecía no agotarse. Cada arreglo, por si solo, se muestra como una lección total de conceptos. Se aprende de música escuchando las creaciones de Fidel. Desde el momento de su partida comprendí, lleno de pánico, que apenas andaba por la mitad de su legado. Nos quedamos sin saber que había en sus nuevos inventos.

Estoy convencido que Malpais nos deja un mejor país. Si, pero en cada uno de nosotros. Sus canciones sacaron lo mejor de nosotros. Unas más que otras y no todas a la misma gente. Y eso me gustó. Este grupo provocó un fenómeno generacional de tal magnitud que aún no hemos empezado a dilucidar su potencial. Simplemente lo vivimos y ahora sería bueno reflexionar sobre ello un poquito. Mal pais nos deja un mejor país del que estamos viviendo porque en ese país nadie se echa para atrás, la gente asume sus cosas, nadie miente, nadie engaña, nadie roba, nadie agrede porque, por culpa de esas canciones todos quieren hacer lo correcto, es decir respeto, tolerancia, solidaridad, ternura y amor por la vida.

Estuve cercano en los orígenes del grupo y recuerdo en ese instante a Manolo Gavilán, a Maria Lourdes Cortés y al cineasta, ya fallecido, Victor Vega. Hubo una extraña e inusual complicidad entre los amigos de estos músicos que nos llevó hasta el silencio porque un día, o una noche no sé, nos dimos cuenta que ya no teníamos que hablar de aquellas primeras canciones y empezamos a escuchar. Y eso sucedió mucho tiempo antes de que el grupo existiera como tal. Nadie imaginó lo que vendría después.

Malpais nos deja conciertos memorables. El de la Aduana donde se “rompieron los fuegos” como dicen los nicas por allá. Otro más en la Aduana de donde surgió el disco en vivo y el público sentado en almohadones. El de la Plaza de la Democracia. El del Circo en Zapote. Los primeros en Liberia y Nicoya. Y todos esos a los que no fuimos porque eran en otros lugares y con otras gentes. Giras al exterior. Campañas. Producciones de video clips. Y una gran cantidad de eventos musicales donde no estaba el grupo Malpais pero si estaba y cito, entre otros, el disco de la Serenata Guanacasteca, los trabajos con Max Goldenberg, el Piano Malango, la Orquesta Imposible, los enredos con Ray Tico y muchas imágenes con Luciano Capelli, Marvin Murillo y Pablo Cambronero. También el ARTE, así en mayúscula, gráfico de La Cabeza.

Y Fidel siempre trabajando en hacer más música.

Desde luego que no lo podemos culpar solo a él. A la par siempre estuvo su hermano Jaime en una peligrosa dupla que todo lo arrasaba. Bueno, al menos en los Premios ACAM así sucedió. Los hermanos Gamboa tampoco estuvieron solos. Con ellos y a la par siempre los músicos del grupo. Fue raro, la verdad, cuando Manuel Obregón, en su investidura de Ministro de Cultura y atendiendo obligaciones de la cartera, no pudo participar en algunos conciertos. El humor de Fidel ventilaba un poco la situación y recuerdo que me comentó que “después de todo estas canciones nacieron en mi guitarra y a esas alturas del enredo si es necesario me las echo solo”. Aquel que se negaba a cantar en público había cambiado. No podía ser de otra manera pues su música cambió a mucha gente.

Esa gente que tendrá sentimientos encontrados. Por un lado la alegría de volver a escuchar al grupo y por el otro el dolor de saber que será el último concierto. Con Malpais nunca hubo medias tintas.

Tomado de http://www.acam.cr/notas/malpais-ultimo-concierto