14 de Diciembre de 2011
El DVD Simbiosis: piano y bosque tropical seco tiene música creada en vivo e imágenes de parajes de Guanacaste. Es el más reciente trabajo de Manuel Obregón y Luciano Capelli
¿El mes? Abril, cuando Guanacaste tiene sed. Son los últimos días del verano y la primera lluvia está por caer; ella nunca avisa el día exacto de su llegada.
El bosque está seco. Tanto que las ramas desnudas de hojas crujen al paso de los monos araña en La Bocana, el sitio más bajo de los humedales del río Tempisque, los lagartos se reúnen con las garzas y con el jabirú –cigueña más grande del trópico, en peligro de extinción–. Comen todos ellos de lo que habita en la misma agua.
Esta historia se deja ver y se deja oír. Es Fin del verano, videoclip número siete, que cierra el DVD Simbiosis: piano y bosque tropical seco. Esta producción con el sello Papaya Music es la más reciente obra del compositor, pianista y gestor de proyectos musicales, Manuel Obregón. El también ministro de Cultura y padre de la Orquesta de la Papaya y la Orquesta del Río Infinito, entre otras formaciones, creó este Simbiosis junto al cineasta Luciano Capelli y al sonidista Nano Fernández, aliado suyo también en una anterior versión de Simbiosis y el Río Infinito.
Este Simbiosis, nutrido del bosque seco, está dentro de la misma línea experimental: de crear música in situ y rodeada de las inclemencias del tiempo y de los habitantes de un bosque. El primer Simbiosis apareció en 1998 y fue música creada por Obregón en el bosque lluvioso de Monteverde.
Dos años. Crear el DVD de Simbiosis: piano y bosque tropical seco no fue flor de un día.
La preproducción y filmación comenzó hace dos años y la última gran avanzada al sitio se hizo a finales de abril del 2010, unos días antes de que Obregón asumiera el cargo de ministro de Cultura, papel que, de alguna manera, le bajó el ritmo de trabajo para este proyecto.
Del momento en que Obregón asumió el ministerio, al término de la producción de la obra, su tiempo de trabajo en esta fue después de las 4 p. m. como establece el horario de los funcionarios públicos.
En esta oportunidad, se tuvieron que hacer 22 giras a Guanacaste, que dieron más de 100 horas de grabación de imágenes. Obregón tuvo solo dos de las 22 giras de tiempo para crear la música en vivo.
“Se trataba de buscar atmósferas, más que de hacer un inventario de animalitos de la zona”, le contó a Viva Luciano Capelli.
Roca Bruja, la poza de Cuajiniquil, Malpaís, los parques nacionales Santa Rosa y Palo Verde, entre otros parajes de Guanacaste, fueron los escenarios donde se filmó y donde nació la música simbiótica del bosque seco.
Capelli, amante confeso de Guanacaste, fue muchas veces a aquellos sitios para contemplar, desde que era madrugada hasta que anochecía, lo que pasaba ahí: el viento, las aves, los anfibios...
“Lo más importante era encontrar los momentos del año en que esos lugares eran espléndidos”, confesó Capelli.
El Parque Santa Rosa fue fundamental para este Simbiosis, ya que allí se concentra lo fundamental del bosque seco. Ahí nacieron varias de las obras que Manuel Obregón creó en vivo, ya fuera cobijado por la madrugada o bien atrapado en los atardeceres.
“Sí, uno podría decir que este Simbiosis tiene un valor documental porque cada clip cuenta la historia de la naturaleza y de un momento significativo de un lugar”, reflexionó Capelli.
“Es difícil para mí evaluar mi música así que creo que este Simbiosis tiene un gran valor en la mirada de Luciano. Las imágenes logran dar una mirada de gran sensibilidad a un lugar que, en este caso, es el bosque seco de Guanacaste”, dijo Obregón.
Del uno al cuatro. Este Simbiosis, que por ahora solo existe en formato de DVD, abre con La piel del mar, obra compuesta en el mirador de playa Naranjo (Puntarenas, península de Nicoya). La melodía de La piel del mar evoca delfines y mantas diablo a las cuales les daba por salir a danzar en la superficie del agua.
Amanecer en Santa Rosa, segunda obra, fue, como su nombre lo deja entrever, compuesta en el Parque Nacional Santa Rosa, específicamente en el mirador del lugar.
Los guacos, las garzas nocturnas que cantan en solitario y animales diurnos, que empiezan el día zambulléndose en el agua, apareándose o cazando, aparecen en este trabajo, tanto en lo visual como en lo que sale del piano.
Para Amanecer en Santa Rosa, Obregón recrea desde el piano, y en abordaje casi minimalista, sones de la marimba del folclore guanacasteco y nicaraguense, mientras una pareja de monos aulladores intervienen en la obra.
“Para mí, esto (los sonidos del bosque) es la música más antigua que tenemos. Son los sonidos primarios que dan origen a los instrumentos más antiguos”, confesó el pianista.
Para el ojo, Capelli y su equipo entrelazaron tomas capturadas cuando se internaron en los senderos de Santa Rosa, donde encontraron un oso hormiguero y una lechuza que se preparaban para dormir, entre otros habitantes de aquel bosque.
Viento y semillas, tercer videoclip, es una mirada a los embates del clima y las manifestaciones que tienen que ver con los vientos y la floración en el bosque seco.
Se dejan sentir y ver el volcán Cacao, las semillas que se distribuyen por los parajes, la garza tigre y los monos araña cuando resisten el vendaval y los aterrizajes forzosos de las aves en el manglar.
Roca Bruja está inspirada en la playa del mismo nombre y con lo que en allí sucede.
En medio, de aquella escena habitantes del Área de Conservación Guanacaste vivían lo suyo, como una tortuguita negra que batallaba por llegar al mar y otra tortuga, ya grande, que se acomodaba para desovar.
Cinco, seis y siete. Truenos y rayos, una luna hermosa y mantos de nubes grises sobre el mar de Guanacaste. El agua empapando el bosque, la tierra, las hojas, las ramas y los monos, mientras las ranas y las tortugas parecen más bien gozar del líquido.
Esas son algunas de las imágenes que van acompañando a La primera lluvia, composición número cinco de Simbiosis.
Subtitulada también como Samba del Sapo Amarillo, es un tema en el esos anfibios se insertan casi como segundas voces. Es que al caer la lluvia, invaden los charcos que se forman en la Quebrada de El Duende, cerca de la Casona de Santa Rosa. El tema es un retrato de esa primera lluvia que cae en mayo en el bosque seco.
Aquel jolgorio anfibio captura en La primera lluvia del Simbiosis ocurre una vez al año, cuando los machos toman un color vistoso y arman su festín que, en esta ocasión, se sumó en notas que van de la samba al danzón.
Aparece de seguido, siendo la número seis, Las alas del bosque. Se escuchan las lechuzas, los goles de las aves en el agua, el correr del río y su llegada a las pozas. En este clip se van mostrando mariposas que toman sales minerales del barro, hormigas en algún paraje del Rincón de la Vieja e insectos que comen de las hojas.
“El clima y el paisaje sugieren una forma de tocar la música que solo se da ahí, en el sitio. Simbiosis me parece un documento hermoso sobre un pedacito de Costa Rica”, afirmó Manuel Obregón.
Tomado de http://www.nacion.com/2011-12-14/Entretenimiento/El-bosque-seco-cuenta-su-cuento.aspx