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14 de Agosto de 2012

Poesía desde el pueblo

Jorge Debravo escribió desde el pueblo, por eso pudo escribir para el pueblo. En nuestro país hemos tenido buenos poetas, escritores diversos, de cuentos, de novelas, que llevaron a cabo su obra pensando en el pueblo, pero que no eran del pueblo. Intelectuales destacados que escribieron desde su intelectualidad, desde su cultura, careciendo de esa necesaria sensibilidad de pueblo. Entonces les faltó lo que a Debravo le había sobrado y que fue lo que le permitió convertirse en poeta mayor: pensar con el alma de los campesinos, con su propia espiritualidad, porque él era uno de ellos.

Como Giotto de Bondone que comenzó a pintar ovejas en las piedras mientras cuidaba a los rebaños en las praderas de Toscaza, a los nueve años de edad, así Jorge Debravo inició su breve pero fecunda labor escribiendo poemas en su infancia en cuanto sucio papel encontraba, lo que alternaba con las labores del campo y su asistencia a la escuelita rural.

Para esa época, como Giotto por la pintura, no tenía capacidad para comprender en que consistía el arte. Jorge era poeta, escribía poesía, antes de saber qué era un poema; atropelló la sintaxis y la ortografía, pero su poesía era de verdad. En medio de la aparente confusión, alguien descubrió que en Santa Cruz de Turrialba había nacido uno de los grandes de la lírica nacional.

Luego se compenetró del sentimiento americano en la lucha de los pueblos por su libertad. Entonces escribió, como combatiente, desde ese sentimiento, con entusiasmo juvenil, con pasión de hombre, hasta llegar a comprender que la poesía era un arma y el poeta, guía y conductor de pueblos. Solo así, con tal compenetración pudo escribir su poema “Guerrillero”: “Inevitablemente, sigo el rastro/ de tus pies moribundamente libres/ Inevitablemente te comparo/ con los mejores dioses imposibles/ inevitablemente te amo, hermano muerto/ inevitablemente duro como un rifle”.

Como el poeta es la palabra, más el sentimiento, más el amor, más la conciencia despierta, más el pueblo unido, pido que se le permita expresarla hasta llegar a ese clamor universal de protesta reivindicativa y justiciera: “Soy hombre, es decir/ animal con palabras/ Y exijo, por lo tanto/ que me dejen usarlas”.

Jorge Debravo