19 de Setiembre de 2016
Cuando era adolescente tuve la suerte de encontrar en mi casa dos discos que se llamaban Simbiosis. El autor: Manuel Obregón. En ocasiones cuando estaba estudiando para los exámenes del colegio ponía a sonar alguno de esos discos para poder concentrarme. Un viaje total.
Un día hablando con un compañero de clase, también del colegio, me dijo que Obregón, era papá de un amigo de él. ¿Cómo, tico? A los 15 años, darme cuenta de que un costarricense hiciera esa música fue un descubrimiento increíble, en mi ignorancia vivía pensando que lo chiva que entraba en el país casi siempre era extranjero. Desde ese momento me enganché a la música nacional. El momento top fue cuando en 2006 durante el primer festival imperial vi en escena a Mal País.
“Todos somos cultura”
Aún recuerdo ver a Fidel cantando con esa pasión que era muy suya, que hacía erizar la piel de muchos, pero no era solo Fidel. El violín de Iván me hipnotizó en cuanto lo escuché, y en el fondo, de pronto, vi una melena blanca. ¡Hey, ese es Obregón! Pensé. Magia pura. Piano, marimba y acordeón.
Luego de sepa Dios cuántos conciertos de Mal País en mi vida y diez años después desde la primera vez que vi lo en aquel festival, estaba en su estudio, Papaya Music.
Manuel Obregón fue Ministro de Cultura y Juventud por cuatro años (2010-2014), y durante su carrera como músico ha dejado un legado, llamémoslo así, no solo para los jóvenes de Costa Rica, sino también de Latinoamérica.
En esta entrevista él nos cuenta cómo la cultura puede no solo cambiar a una sociedad, sino cómo el ADN cultural es importante para definir qué y cómo educar acerca de cultura en un país.
Compartió cómo durante su vida creció juntó a la política y cómo desde ahí se logran cosas importantes para el país.