Piano, bosque lluvioso y una cámara que nos convierte en espectadores privilegiados de esta Simbiosis entre Naturaleza y música.
El pianista Manuel Obregón y el cineasta José Cortés reúnen sus talentos para ofrecernos un concierto en pleno bosque con la participación de todos los animales que usted desearía ver en las zonas protegidas de Costa Rica y que aparecen en este DVD como fruto de 15 años de trabajo.
Simbiosis es una búsqueda de los sonidos anteriores a los instrumentos. Una búsqueda que alcanza momentos magistrales en “La Danza de los Toledos”; humorísticos en el "Blues del Mono Aullador" y dramáticos en "Réquiem para el sapo dorado", especie casi mítica que sólo existía en Monteverde.
Las siete piezas de este DVD fueron compuestas en el bosque lluvioso de Monteverde, al suroeste del Lago Arenal, y son resultado de 36 horas de grabación, de diálogo y compenetración con ese universo cargado de humedad, de musgos y nubes que viajan entre los árboles.
La edición articula música e imágenes con toda la intención de mostrar las cualidades artísticas de los animales en sus despliegues amorosos y acrobáticos; lo divertido que puede ser un gesto, el pleito por una fruta o la curiosa convivencia entre especies.
Las imágenes que aparecen en este DVD corresponden a diferentes tipos de bosque lluvioso de Costa Rica: Carara, muy cerca de la costa Pacífica, Tapantí, el Parque Braulio Carrillo (bosque de alta montaña a 15 minutos de San José) y la Reserva Biológica de Monteverde, al suroeste del lago Arenal.
Para ubicarnos mejor, quizás convenga decir que Costa Rica, y en general América Central, posee una columna vertebral hecha de volcanes que emergieron del fondo marino hace 5 millones de años. Esas montañas poseen dos caras, dos climas, dos ecosistemas en los cuales ocurrió el gran intercambio biológico entre Norte y Sudamérica; influidos a su vez por el Pacífico y el Atlántico.
Escenario de las composiciones que se escuchan en este concierto, Monteverde está situado sobre esa columna vertebral, en los bosques de media altura que descienden hacia el Pacífico.
Simbiosis nació en 1999 como un experimento de Manuel Obregón de internarse en el bosque con su piano a componer música y entablar un diálogo con los animales.
Cinco años después, las extraordinarias imágenes filmadas por José Cortés, unen ambos lenguajes y logran transportarnos al bosque con todo y piano de cola.
Preludio nos propone una jornada en el bosque desde que amanece hasta que se oculta el sol. El canto de las aves anuncia el día y el aullido de los congos despereza a las hormigas que habrán de abrir huecos de luz en el techo del bosque para que se active esa impresionante máquina de regeneración.
La presencia del jaguar activa los sensores del bosque. Es como arrojar una gran piedra a un lago. Gran cantidad de aves y mamíferos dan la voz de alarma desde los árboles. El jaguar caza en el agua, en la tierra y en los árboles. Come cualquier cosa que pese más de un kilo: monos, perezosos, tortugas, iguanas. Por eso, cuando aparece, la armonía del bosque se desintegra.
Con su plumaje gris y azul, el jilguero se confunde con la niebla y canta. Canta para que la hembra pueda llegar a él. Algunos lo consideran un cantante de blues ya que entre más triste es el día, más intenso es su canto. La cámara nos lleva por los siete niveles del bosque buscando al protagonista de este tema que nunca se deja ver.
La búsqueda ofrece otro tipo de recompensas: el pájaro campana con su canto sonoro y de largo alcance y una explosión de diseños, colorido y plumajes en cada esquina del bosque.
El cortejo amoroso de los Toledos es uno de los espectáculos más interesantes del bosque lluvioso. En la danza participan dos machos: un aprendiz y un maestro, pero sólo el maestro tiene derecho a copular con la hembra. Los aprendices deben esperar 3 años a obtener el plumaje de adulto y la posibilidad de aspirar a una hembra.
Los planos generales del bosque muestran cómo esta exuberante vegetación prospera incluso en las faldas de un volcán que arroja piedras, ceniza y materiales incandescentes. El Arenal, ubicado en la zona central de Costa Rica, entró en actividad en 1968 y todo el bosque lluvioso que lo rodea permanece prácticamente intacto.
Hay un juego muy interesante entre oropéndolas y niebla. Las oropéndolas gustan de tejer sus nidos en las ramas terminales del bosque. Ellas dominan las alturas y desde ahí, la cámara se lanza a buscar a los duendes del bosque lluvioso: los colibríes, los seres mágicos que polinizan numerosas plantas.
Su metabolismo consume tal cantidad de energía (el equivalente a dos veces su peso cada día), que en la noche bajan su nivel cardíaco y entran en una especie de hibernación. Sólo así pueden resistir la jornada siguiente en que habrán de visitar de 2,000 a 5,000 flores.
Monos y osos hormigueros que se mueven a ritmo de blues, una bandada de tucanes asediando un árbol de papayas, un pato aguja que mueve el cuello como una serpiente marina, esta melodía hace que la vida cotidiana del bosque se llene de humor.
El protagonista principal de este Blues es el congo, que se hace pasar por un gorila valiéndose de una voz superdotada y profunda que emerge de los árboles. Su dieta es tan baja en proteínas, que el aullido le sirve para localizar otras tropas de monos y ahorrarse movimientos innecesarios.
La lluvia es el reloj biológico del bosque, la que mantiene en funcionamiento esa impresionante máquina de regeneración, donde convergen cascadas de agua y de niebla.
El bosque lluvioso está diseñado para ordeñar las nubes. En ese ecosistema, donde ninguna superficie es lisa, donde los árboles están cubiertos de musgos, orquídeas, epífitas, bromelias y cientos de plantas, el agua comienza a circular en las alas de los pajaritos que resisten el chaparrón en una rama y viaja por todos los rincones hasta llegar a los manglares, donde los árboles crecen con el agua en las rodillas.
"El Libro Rojo" sobre especies en extinción menciona al sapo dorado como una de las especies de anfibios que han desaparecido misteriosamente del planeta en los últimos 15 años. Su hábitat estaba restringido a la Reserva de Monteverde, (en el centro de Costa Rica), donde los sapitos dorados se hacían ver sólo en épocas de apareamiento.
Réquiem para el sapo dorado es la pieza más dramática de Simbiosis. Bastan unas cuántas imágenes para ambientarnos en la conmoción que sufren los animales cuando se abre una llaga en el bosque. Cuando el perezoso cae de un guarumo es como si se desplomara la última esperanza del suelo, ya que el guarumo es un árbol insignificante desde el punto de vista maderable, pero uno de los más importantes para hospedar a cientos de aves, monos y otros mamíferos. El perezoso que busca otro árbol al cual aferrarse, mientras las hormigas huyen también de su cuerpo aturdido, trasmite el drama de los habitantes del bosque mejor que cualquier discurso sobre deforestación.